Hanita antes que Madrid, por Jorge Rozemblum
Esta semana, el periódico digital “Público” titulaba una noticia “Las víctimas españolas de nazis y franquistas, excluidas en el homenaje del día del Holocausto”, cometiendo una doble falta: porque el acto que se celebraba en el Senado no tenía nada que ver con el franquismo, y porque sí se rindió homenaje a las víctimas españolas del holocausto, encendiéndose una de las seis velas en su memoria. También se recordó expresamente a ese colectivo en el acto celebrado en la Asamblea de Madrid.
Antes de que el periódico rectificara la noticia, por la intervención de la Amical de Mauthausen, representante de los republicanos españoles deportados, aparecieron comentarios de furibundos antisemitas, de los que sólo podía distinguirse si eran de izquierda o neonazis por los logos que los acompañaban, como el que tras la bandera brigadista tricolor apunta: “los israelitas (sic) quieren ser las únicas víctimas del nazismo, que asesinó españoles, gitanos, homosexuales y tres o cuatro veces más de rusos que de judíos”. Los colectivos minoritarios citados fueron todos ellos homenajeados en los actos. No así los rusos (ni los alemanes, franceses, japoneses, británicos o estadounidenses) ya que murieron en una guerra, y no como parte de un genocidio sistematizado al que no interesaba la nula peligrosidad o enemistad de este pueblo (incluidos los niños), sino su supuesto componente racial.
Resulta especialmente doloroso que estas falsedades y comentarios procedan de algunas asociaciones que defienden la memoria de los caídos en el bando republicano en la Guerra Civil Española, ya que, de los 40 mil brigadistas internacionales, la quinta parte eran judíos de diversas partes del mundo, el segundo contingente más numeroso. Algunos llegaron de la Palestina bajo mandato británico, pese a la situación de masacres y hostigamiento a que estaban siendo sometidos por los árabes (antes del 48, el 67, el 73, etc.). Pero su espíritu internacionalista en la lucha contra el fascismo (no olvidemos la estrecha colaboración del régimen nazi con el bando nacional) llevo a que, como el título de un reciente documental, prefirieran defender “Madrid antes que Hanita” (el nombre de un kibutz, una comuna agrícola).
Muchos de ellos no pudieron retornar al finalizar la guerra española, ya que los británicos les habían retirado el pasaporte, pero no dudaron en volver para combatir junto a sus hermanos en la Guerra de la Independencia de 1948, que estalló en el momento en que Israel hizo efectiva la declaración de estado soberano decidida por Naciones Unidas. Algunos provenían de los grupos de partisanos judíos de Europa oriental que, según testimonian, temían tanto a los nazis como a los grupos partisanos rusos o polacos. Enfrentados por la guerra, nazis y comunistas compartían sin embargo su odio visceral y ancestral por los judíos. Recomiendo oír el testimonio de una superviviente en el acto de la Asamblea de Madrid y su relato del trato que recibían los que lograban escapar del nazismo a la Unión Soviética y al retornar a sus países. A la luz de lo que estamos viviendo, seguramente muchos estarían hoy arrepentidos del orden de prioridades en su pasado y pondrían la defensa de su gente por delante de la ingratitud y el racismo disfrazado de algunos: Hanita antes que Madrid.
Shabat shalom