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COMUNICADO

  La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), institución que representa oficialmente a todos los judíos españoles, muestra su profunda preocupación por la grave crisis nacional generada por la Declaración Unilateral de Independencia de la Comunidad Autónoma de Cataluña por parte del Parlament catalán. Como judíos españoles, apoyamos sin fisuras la Constitución Española, la aplicación de la Ley como eje vertebrador del Estado de Derecho, la solidaridad y la igualdad entre todos los españoles y la unidad de España. Confiamos en que la solidez de las instituciones logrará el restablecimiento de la normalidad en Cataluña y en toda España y que, finalmente, la fraternidad y la convivencia pacífica serán las señas de identidad que rijan nuestras vidas como ciudadanos españoles. Madrid, 27 de octubre de 2017

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Altos cargos de Educación españoles en Yad Vashem

  La FCJE, junto con la Embajada de Israel en España, Yad Vashem y el Centro Sefarad-Israel han organizado un viaje de altos cargos del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes y de Consejerías de Educación de las Comunidades Autónomas. La delegación española, encabezadas por Violeta Miguel, Directora del CNIEE (Ministerio de Educación), asiste a conferencias, coloquios y encuentros centrados en el estudio, la enseñanza y la memoria del Holocausto y su integración en la Educación. También se reúnen con representantes del Ministerio de Educación de Israel.

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COMUNICADO TRAS EL ATENTADO TERRORISTA EN BARCELONA

La Federación de Comunidades Judías de España, institución que representa oficialmente a los judíos españoles, condena enérgicamente el atentado terrorista perpetrado esta tarde en Barcelona. Nuestras oraciones están con las víctimas, sus familiares y la ciudad de Barcelona. Los judíos españoles confiamos en los Cuerpos de Seguridad del Estado que diariamente trabajan por evitar que los fanáticos e islamistas radicales siembren el caos y el dolor en nuestras ciudades. Asimismo pedimos a los partidos políticos unidad y firmeza para afrontar con inteligencia y determinación la lucha contra el fanatismo y a favor de la libertad y la democracia. Madrid, 17 de agosto de 2017

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Siete años en una ciudad dividida: vivencias en Jerusalén

  Por Rhoda Henelde Abecasís Parece increíble que hayan pasado cincuenta años desde que se reunificó la ciudad de Jerusalén y que se continúe hablando hoy, sin embargo,  de dividirla de nuevo entre árabes y judíos. Y parece olvidarse que ya estuvo dividida durante diecinueve años en tiempos no tan lejanos, desde 1948 a 1967. Todavía cualquier adulto puede recordar muy bien la dura realidad de la ciudad dividida de Berlín, y con qué alegría  se celebró su reunificación. Bastante menos, sin embargo, se conoce cómo transcurría la vida en la mitad israelí de Jerusalén. Tal vez pueda interesar mi testimonio de cómo se vivió ese período de división, puesto que residí en dicha mitad  de la ciudad durante los siete años finales, entre 1960 y 1968.   Mi primer año en Jerusalén Llegué a Israel en abril de 1960, desde Philadelphia, Pa., Estados Unidos, con una beca para estudiar en la Universidad Hebrea de Jerusalén. No hacía mucho tiempo que me había graduado en el Instituto (high school), y pasé a trabajar en un bufete de abogados, como secretaria, el tiempo suficiente para permitirme ahorrar lo necesario y comprar un pasaje de barco para Israel. Pasé medio año en el ulpán (academia) de un Kibbutz en el Monte Carmel perfeccionando mi hebreo, y en octubre del mismo año pasé a vivir en Jerusalén. Fue el único año académico en que pude permitirme estudiar sin trabajar a sueldo y durante el mismo tuve el doloroso privilegio de  poder presenciar un acontecimiento de repercusión mundial. Fue el juicio del nazi Adolf Eichmann. Pese a que el tema me devolvió a mi infancia que intentaba olvidar, asistí a dos sesiones, aunque para ello me vi obligada a hacer cola desde las cinco de la madrugada. Las entradas al público general eran limitadas, dado que la sala del auditorio Beit Ha’Am (La casa del pueblo) estaba atestado de periodistas internacionales (la del Tribunal resultó ser demasiado pequeña para acogerlos). Durante aquellas sesiones soporté como pude el dolor que me produjeron los estremecedores testimonios de los supervivientes. Su descripción de los tormentos y del indescriptible horror que vivieron me hizo conocer lo que habían pasado todos los miembros de mi familia, tanto materna como paterna, que no vivieron para contarlo.  El hecho de que fuera precisamente Jerusalén donde tuvo lugar el juicio, constituyó todo un símbolo, uno más, del vínculo entre el pueblo judío con la ciudad.   La vida cotidiana en la ciudad dividida Es la vida cotidiana en esa urbe dividida, sin embargo, la que quisiera describir. Naturalmente, como ciudad pequeña que era, su centro urbano moderno, compuesto por el triangulo formado por las tres calles principales, siempre estaban llenas de comercios, viviendas y transeúntes. Y Como era de suponer, también se trataba de un país pobre, pues sólo contaba con doce años de existencia. Detalles como los viejos autobuses destartalados, y hasta la falta de fruta o sencillamente de servilletas  de papel decentes en sus escasas cafeterías lo denotaban. Y lógicamente, aquella media ciudad, tanto por sus limitaciones geográficas como por su especial circunstancia, tampoco  contaba con zonas industriales. Dado que desde la guerra de 1948 el acceso al hospital Hadassah (fundado en 1939) así como a la Universidad Hebrea de Jerusalén (fundada en 1925), ambas en el Monte Scopus, aunque en manos de Israel, había quedado bloqueado por los jordanos, en el lado oeste de la ciudad se construyó un nuevo hospital Hadassah  así como la Biblioteca Nacional junto a una nueva Universidad Hebrea, la de Guivat Ram, en donde me matriculé al comienzo del curso 1960-1961. En realidad, Jerusalén sólo podía desarrollarse hacia al oeste, pues en el resto de su perímetro estaba rodeada por territorio enemigo. Con todo, en nuestro lado la vida transcurría con casi total normalidad. La gente acudía a sus puestos de trabajo y los estudiantes asistíamos a clases y a exámenes en la nueva universidad de Guivat Ram. También disfrutábamos de sesiones de cine y asistíamos a los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Jerusalén en el auditorio de YMCA (Young Men’s Christian Association), y a numerosos actos culturales propios de cualquier capital. Al mismo tiempo, éramos más que conscientes que había ciertas zonas en la ciudad a los cuales uno no debía acercarse. Muchos barrios, incluyendo el propio centro, estaban atravesados por una frontera, consistente en una valla de púas en ciertas zonas o un muro de hormigón en otras. Además, ni siquiera era posible acercarse a esta frontera, pues grandes áreas colindantes (que incluían ciertos edificios) eran consideradas “tierra de nadie” y estaban infestadas de campos de minas en plena zona urbana. El único acceso entre las dos partes de la ciudad era el “Mandelbaum Gate”, portal por el cual se permitía pasar a miembros del cuerpo diplomático y representantes de las diferentes  iglesias. También se permitía la entrada a la zona israelí a turistas no judíos provenientes de Jordania. La rutina diaria no ocultaba que vivíamos en una ciudad cruzada por una cicatriz de guerra que no paraba de sangrar. Sí, se derramaba sangre. En un barrio  algo periférico como Talpiot se infiltraban terroristas (los llamados fedayín) y llevaban a cabo su trabajo asesino. En la universidad se comentaba, no sin preocupación, que en ese barrio vivían el destacado profesor de mística Gershom Scholem y el escritor posteriormente premiado con el Nobel de literatura, Shmuel Yosef Agnon, y que no prescindían de su paseo juntos, ni de sentarse en una cafetería al aire libre de ese expuesto barrio de abundante arbolado. Uno de mis mejores recuerdos de aquellos tiempos es el barrio céntrico construido en 1860 por el banquero y filántropo británico-sefaradí Sir Moses Montefiore. Nos explicaron que había sido el primer barrio residencial construido  por judíos fuera de la Ciudad Vieja. Consistía en unas filas de hermosas casitas de piedra de una planta, dominadas por un molino. El problema era que estaban ubicadas en una ladera, frente a la ciudad vieja amurallada y separada de ella por el Valle de

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La FCJE felicita al Parlamento Europeo por su compromiso en la lucha contra el Antisemitismo

  La Federación de Comunidades Judías de España (FCJE), institución que representa oficialmente a los judíos españoles, felicita al Parlamento Europeo por haber adoptado, por amplia mayoría, la definición de antisemitismo elaborada por la Alianza Internacional del Holocausto (IHRA), una iniciativa que corrobora su compromiso en la lucha contra el odio irracional hacia los judíos.   La resolución aprobada ayer supone un importante llamamiento a los 28 países miembros para que persigan judicialmente el antisemitismo y tomen medidas que garanticen la protección de los derechos de los judíos europeos. En un tiempo como el actual en el que los centros comunitarios, las sinagogas y los colegios judíos están bajo protección policial y militar, esta iniciativa se torna fundamental para garantizar un futuro más seguro para los judíos europeos y más tolerante para todos los ciudadanos de la Unión.   Los judíos españoles consideramos que la Eurocámara ha dado un paso esencial aprobando esta resolución valiente, justa y necesaria, y confiamos en que los países de la Unión Europea adoptarán las medidas recomendadas para frenar la sinrazón del antisemitismo.

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Una vez firmada el Acta

He firmado el acta hace más de 12 meses y no tengo respuesta del Ministerio de Justicia. ¿Qué pasa con mi solicitud? Las solicitudes de adquisición de la nacionalidad española reguladas en la presente Ley habrán de ser resueltas en el plazo máximo de doce meses desde que hubiera tenido entrada en la Dirección General de los Registros y del Notariado el expediente (Acta Notarial + documentación) junto con los informes de los órganos correspondientes del Ministerio del Interior y del Ministerio de la Presidencia.

actividades culturales, curso

Curso de postgrado en el CSIC

  Entre el 25 de abril y el 16 de mayo tendrá lugar en el CCHS del CSIC (Madrid) el Curso de Postgrado “Visual Culture and Modern Jewish Society” impartido por el Prof. Richard I. Cohen, de la Universidad Hebrea de Jerusalén. Dividido en seis sesiones, el curso tiene por objeto el estudio de aspectos fundamentales de la sociedad y la cultura judía moderna, desde el siglo XVIII hasta el presente, a través de una amplia gama de materiales visuales. Ver Horarios

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Novedad respecto a la Ley 12/2015

En referencia  a la Ley 12/2015 de concesión de nacionalidad española a los descendientes de sefardíes, los mayores de 70 años que acrediten su origen sefardí están exentos de realizar los exámenes en el Instituto Cervantes. La exención se aplica tanto para el test de la lengua española de nivel A2 o superior (exentos solicitantes nacionales de países hispanohablantes) y como para el de Conocimientos Constitucionales y Socioculturales Españoles. La exención es automática al realizar la solicitud de nacionalidad en www.justicia.sefardies.notariado.org

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Discurso de Isaac Querub en Acto de Estado

Presidente del Senado, Ministro de Justicia, Embajadores, Representantes de los grupos parlamentarios, Señoras y señores, “¿Vosotros que sabéis? Sabías que el hambre hace centellear los ojos Y que les hace ensombrecer Sabías que se puede ver morir a la propia madre Sin llorar ¿Vosotros que sabéis? Sabías que por la mañana se desea la muerte Y por la tarde se la teme Sabías que un día es más largo que un año Que un minuto es más largo que una vida Sabías que los huesos son más frágiles que los ojos Los nervios son más fuertes que los huesos Que el corazón es más duro que el acero ¿Vosotros que sabéis? Sabías que el sufrimiento es infinito Que el horror no tiene límites ¿Lo sabíais? ¿Vosotros que sabéis? Con este poema de Charlotte Delbo, superviviente de Auschwitz, recordamos hoy a los seis millones de judíos asesinados por el nazismo, todas ellas personas inocentes que perecieron en la noche más oscura de la Humanidad. Amparados en la solemnidad de este acto, rendimos homenaje a la memoria de las víctimas del peor crimen de la historia: la Shoa. No son sus escalofriantes números ni sus inenarrables métodos. No sólo. La inmensidad criminal del Holocausto reside en su singularidad, en su planteamiento único y perverso; en su concepción ideológica; esto es la eliminación total e indiscriminada de un colectivo humano entero como procedimiento necesario hacia la consecución de un orden social puro. La ejecución singular del Holocausto está así enraizada en los rincones más primarios y sombríos de la condición humana y del mal absoluto, encarnado en el propósito nacionalsocialista de borrar a los judíos del orden natural por el mero hecho de existir. Hitler fue claro al categorizar al judío como un ser fuera de la naturaleza. En este sentido, el Holocausto no es un problema judío. El Holocausto —la Shoá— es, en su acepción más absoluta y profunda, un problema humano. Como sentenció Elie Wiesel, premio Nobel de la Paz, y conciencia viva de la memoria del Holocausto hasta su muerte el pasado mes de julio: «En el Holocausto no sólo murieron judíos, también murió la condición humana”. Hoy, en el Día Internacional de la Conmemoración de la Memoria de las Víctimas del Holocausto, alzamos nuestra voz al unísono para que las víctimas no caigan en el olvido. Entre nosotros están Annette Cabelli, superviviente del campo de la muerte en Auschwitz, y Rhoda Henelde, superviviente, deportada a Siberia con 2 años cuando sus padres huían de las tropas nazis, y luego encerrada en diferentes campos para desplazados. La presencia de ambas, su testimonio, su luz y su sentido de la responsabilidad dignifican este solemne evento. Nos congregamos, unimos fuerzas y clamamos abiertamente que nunca jamás permitiremos que vuelva a ocurrir. Y lo hacemos todos, judíos y no judíos. Ciudadanos conscientes y comprometidos. Seres humanos que entienden que la vida en común debe estar regida por un código ético de respeto al prójimo, de responsabilidad personal y de protección al más débil. De hecho, tras la Shoá, la comunidad internacional se conformó en torno a este código, como prevención a los genocidios y a los asesinatos en masa. Y así la Carta de las Naciones Unidas reafirma “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana….” Fue el filósofo y escritor español George Santayana quien dijo que “los que no pueden recordar el pasado están condenados a repetirlo.” Indudablemente, el recuerdo se sitúa como una de las más importantes tareas para que el Holocausto no vuelva a suceder. Sin embargo, el recuerdo no es el único pilar que nos libra de la barbarie. Recordar a las víctimas es necesario y vital, pero insuficiente. Tenemos el compromiso de cumplir con el deber que nos encomienda la voz de Auschwitz: vitar que ningún proyecto político o social pueda prosperar sobre la sangre o el sufrimiento el prójimo ya sea este diferente o no. Y esta ardua y difícil tarea requiere de un mayor esfuerzo colectivo. Este objetivo supone que debemos estar en situación de alerta permanente. Prueba de ello es que las lecciones del Holocausto siguen más vigentes que nunca. El Occidente de 2017 no es el Occidente de 1930. No obstante, las sinagogas, los colegios y los centros comunitarios judíos están de nuevo bajo protección policial y militar. En esta Europa, testigo y protagonista del Holocausto, siguen muriendo judíos por el hecho de serlo. El terrorismo yihadista y los movimientos xenófobos siguen avivando la llama del antisemitismo. La amenaza sigue activa y no podemos desfallecer. Una ola de racismo y populismo recorre de nuevo el continente y amenaza con alcanzar el poder y aplicar una agenda política que tiene como eje el rechazo al diferente. No en vano sufrimos el resurgimiento de un lenguaje de odio y de violencia que, como ha demostrado la historia, es la antesala de la tragedia. En sus múltiples manifestaciones, el antisemitismo se ha caracterizado por el uso de un lenguaje tóxico y acusador como preludio del acoso y del derramamiento de sangre. La cámara de gas no es sino el final siniestro de un proceso implacable que comienza con la abolición del pensamiento y con la forja de un lenguaje a la medida de los perversos. Siempre que se ha azuzado al fantasma del odio y la violencia contra los judíos, se ha fraguado la matanza. El Rabino Abraham Joshua Heschel, activista histórico por los derechos humanos en los Estados Unidos, sentenció que “el Holocausto no empezó con tanques y hornos crematorios, sino con palabras malvadas, lenguaje difamatorio y propaganda.” Es una realidad que no podemos ignorar. Por esta razón es vital para nuestras democracias que la ley pueda prevenir estas manifestaciones de intolerancia e incitación a la violencia. La última reforma del Código Penal en nuestro país es un paso acertado que ha dotado a nuestro ordenamiento de nuevas herramientas para prevenir los delitos de odio. Tenemos pendiente asimismo la lucha contra la trivialización o incluso

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